“En el naufragio de la borrachera el amor propio es el único sentimiento que consigue mantenerse a flote.”
– Honoré de Balzac –
Le Radeau de la Méduse (La Balsa de la Medusa), es una obra al óleo de tamaño impresionante realizada por el renacentista francés Thèodore Gèricault entre los años 1818 y 1819 la cual, además de ser una mis pinturas favoritas, tuve la oportunidad de admirarla por más de 90 min en el Museo de Louvre.
Es una pintura de gran formato (7.16 m x 4.91 m) que representa una escena del naufragio de una fragata de la marina francesa “Méduse”, encallada frente a la costa de Mauritania el 2 de julio de 1816.
Según registros; se sabe que 150 personas quedaron a la deriva en una balsa construida apresuradamente. De estas, sólo 15 se salvaron tras pasar 13 días en altamar, tiempo que tardaron en ser rescatados.
Derivado de los aciagos y turbulentos tiempos que vivimos actualmente en México, me pareció buena idea compartir la analogía que en su momento me enseñara uno de mis mentores, Ismael Romero.
Esta obra de arte encierra una descripción detallada de nuestra sociedad, misma que explicaré utilizando la pintura y los diferentes tipos de personajes que se ilustran en ésta.
Personas muertas en vida
El primer grupo está representado por los muertos en vida; personas que representan un lastre para su comunidad, individuos que han abandonado su propia existencia y a los que la sociedad aún debe cargar, quizás por “puritita humanidad”.
No confundir con personas de grupos vulnerables que buscan los medios para mejorar.
No sea que los acusen de “clasistas”
Personas sin esperanza
El segundo grupo está conformado por las personas que han perdido toda esperanza, que sin importa lo que se les diga o muestre, han decidido bajar los brazos y esperar “el inevitable final”.
Su castigo, ver pasar la vida de la peor forma posible, siendo también un lastre para la sociedad.
Si la esperanza de vida promedio, es hoy de 75 años, imagina pasar los siguientes 20 o 30 años en la mediocridad.
Los que sólo critican
El tercer grupo lo integran esas personas que están en contra de todo y a favor de nada. Para quien escribe esta columna, estos son los peores.
Lo único que hacen es criticar; no suman, no aportan y por el contrario, sólo restan y estorban. Son personas que desean que todo se haga como ellos dicen o mandan, pero sin asumir responsabilidad alguna.
Eso sí, si no se hace lo que “ordenan” (sin sustento o evidencia de mejora alguna) se dedican a manipular a los demás y a ponerlos en contra de quienes proponen soluciones.
Seguro conoces a alguien a tu alrededor con esa nefasta actitud.
Los que claman “ayuda”
El cuarto grupo lo forman personas que esperan que alguien les ayude, no desean esforzarse (a menos que sea inevitablemente necesario) asumen la actitud de víctima y evaden cualquier responsabilidad, son quienes ponen siempre una excusa externa ante todo cuanto les sucede.
Prefieren vivir a expensas de los demás, en vez de tomar acción por ellos mismos.
Respecto de este grupo en particular, existe una analogía del auto descompuesto a media calle que me gustaría compartir.
Seguramente te ha tocado ver un auto descompuesto en el camino, en el que ves a la gente esperando que alguien les ayude sin conseguirlo y entonces sólo atinan a esperar que alguien les solucione el problema.
Pero también has visto a quienes deciden empujar su auto para quitarlo del camino y en este caso particular, siempre llega la ayuda. Si has sufrido alguna avería momentánea te habrás dado cuenta de que una vez que comienzas a empujar tu propio auto, las personas pueden ser capaces de bajarse de sus autos para echarte una mano.
Y esa actitud es precisamente la que debemos cultivar en la gente que clama por ayuda, enseñarles que debe ayudarse primero a sí misma.
Los que impulsan y motivan a otros
El quinto grupo lo conforman aquellas personas que tienen ideales, que conservan la esperanza y que esperan un futuro más promisorio.
Son individuos van detrás de aquellos que ya allanaron el camino, emprendedores y optimistas que comparten la visión de los líderes.
Son quienes se suman al esfuerzo conjunto, que si bien no confían del todo en sus capacidades o juicio, son personas proactivas que bien dirigidas, se convierten en activos que suman ante situaciones complicadas.
Son quienes deciden ser parte de la solución.
Los líderes
Y por último están los líderes, quienes sin importar la tormenta, confían en su intuición y capacidades. Buscan los “cómo sí”, se preocupan por los demás, proponen una solución y son parte activa de ésta.
Se ocupan del presente y siempre albergan esperanza de un mejor mañana, comparten una visión de un mejor futuro.
¿Cómo te identificas tú?
En mi caso particular, he encontrado a grandes líderes ciudadanos, gente que a través de sus acciones, inspira y contagia a otros a construir un mejor México, con todo y que un grupo, se empeñe en destruir o peor aún, someter a los demás para vivir a costilla de ellos.
México va a cambiar, de eso no hay duda.
Pero si nos apoyamos entre quienes queremos un mejor futuro, privilegiando el Estado de Derecho, la justicia y combate a la corrupción; con, sin y a pesar de apellidos, color de piel, compadrazgo político o conveniencia económica, estaremos bien.
No será fácil, pero valdrá el esfuerzo.
Gracias por leerme, hasta dentro de 15 días.