Revista de Marketing y Negocios

Oye, Volaris ¡ponte las pilas!

La neta, la neta, es que yo creí que tenía mala suerte con Volaris.

Que yo era la única que:

Padecía de eternos retrasos en sus vuelos.

Recibía el agresivo maltrato de sus empleaduchos de mostrador.

No sabía usar su sitio web y siempre terminaba con cargo doble.

No podía hacer check-in desde su sitio web “por el doble cargo”.

Que era una tarada que “tiene que pagar y formarse una hora por venir sin pase de abordar impreso”.

La única despistada queriendo acercarme físicamente a su mostrador en horas de no vuelo, porque nunca hay nadie.

Y la única que terminaba armando un pancho en pleno aeropuerto, de donde sea, eso es lo de menos.

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Oye, Volaris ponte pilas por favor

La infausta aerolínea quesque orgullosamente mexicana (si eso es ser mexicano, mi orgullo me lo guardo). “Oye, Volaris”

Ha ido decayendo mes tras mes, año tras año, a pesar de ser tan joven. Recuerdo perfecto cómo en su lanzamiento con fanfarrias, bombos, platillos y banda de desfile, nos vinieron a ofrecer la solución a todos nuestros problemas. Nos dijeron que serían ejecutivos y eficientes. Prometieron que serían el dolor de cabeza de Mexicana y de Aeroméxico. Nos aseguraron que sus tarifas serían las más bajas, pero no nos dijeron a costa de qué…

Mexicana desapareció, Aeroméxico los dejó atrás años luz, y el dolor de cabeza entonces se lo dan al consumidor y las tarifas bajas te duelen cada vez que las pagas, por las consecuencias, y terminas arrepintiéndote.

En su sitio (cuando sirve) presumen de “alta calidad, precio barato” y lo más caro termina siendo su precio.

Lo barato son sus insatisfechos empleados que se desquitan con uno, y todo lo que da la cara al usuario. Ya ni imaginemos el mantenimiento de sus avioncitos que siempre llegan tarde a todos lados.

Mi penúltima experiencia fue hace unos meses que, después de 3 horas de espera para abordar, me tocó en el asiento de hasta adelante, donde el escándalo no era por bebés llorando ni por algún imberbe adolescente con su videojuego a todo volumen: los empleados se traían el peor de los desmadres entre ellos, que además azotaban puertas y cajones sin la mínima consideración.

La última fue esta semana, con un retraso de 8 horas en un vuelo de las 10 de la noche y que, obvio, tienen a todos los pasajeros ahí en la comodísima sala de espera. Poco importa tu tiempo, que para ellos no tiene valor; o tu comodidad, porque les costaría una noche de hotel; o por lo menos avisarte, para que tú decidas y/o te esperes hasta que el avión realmente haya llegado a la plataforma de donde saldrá (y se hacen como si no tuvieran ni idea). Así, a las 6 de la mañana salió mi querido socio, que se tuvo que ir directo y en blanco a la oficina. Oye, Volaris

No en balde ha sido catalogada como la PEOR aerolínea de México y la número SEIS en el entorno internacional.

(Lee este artículo http://bit.ly/SOYvolaris)

Hoy su community manager está desaparecido. Sólo aparece con un cut&paste “una disculpa, estamos trabajando para mejorar”. Me encantaría ver que con los recursos de esta chafez de empresita reviviera Mexicana y nos olvidáramos de la pesadilla que es Volaris.

Triste pero cierto. Nunca más volveré a volar con ellos y me encargaré de que nadie de mi círculo lo haga. Prefiero regalarles un boleto alterno (aunque me endeude) a que pasen por una más de éstas #YaNiVivaAerobus

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Liliana Bretón

Publicista e investigadora

Publicista e investigadora; maestra y estudiante; amante del cine, los libros y el buen sentido del humor; no cambio por nada una tarde de vino con una buena plática. Beatlefan y chocohólica. Socialmente analfabeta. Vivo en Cholula.

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