Junio es el martes de todos los meses a pesar de tener varios eventos: final de la Champions, Día del Padre, Marcha del Orgullo LGBTQ+, elecciones, etc. No sé qué sea. Pero se siente equis, y eso que tiene su pizca de estrés, porque la chamba baja, pero vienen las juntas semestrales con altísimas expectativas.
Síganme el paso en este tren de pensamiento, queridos lectores.
*Suena de fondo “With a Little Help of my Friends” covereada por Joe Cocker.*
Pasé unos días en casa de mis papás para que convivieran con La Generala (mi hija) mientras yo trabajaba. De paso, visité mi baúl de los recuerdos; OK, es una caja de zapatos, llena de cartitas y fotos dedicadas por amigas y novias de la prepa/uni.
¡Qué chulada! Me puse como pavorreal rememorando mis conquistas de aquellos años mozos. En fin, todo iba muy bien hasta que me encontré las cartas de una morra de la uni con la que tuve un “quever”. De principio a fin, TODO MAL.
Nomás de acordarme, se me enchinó el cuero. Pero para su deleite, les contaré el chisme y lo utilizaré como analogía de una problemática en el mundo de las agencias.
Antecedente:
Nos conocíamos poco, pero nos topábamos en clases y fiestas. Ella iba siempre con su novio (un tipo bastante “gris”, por cierto) y todos nos llevábamos bien. De la nada, la morra empezó a “echarme los perros”. Se me hacía guapetona y yo venía de una relación bastante pinche (cuernos, etc.). Esa combinación, sumándole mi inmadurez y avidez de cariño, sirvió para que me dejara ir como José José en una barra libre.
El Brief:
Como la morra ya arrastraba varios issues con su grisáceo galán, lo quería cortar. Andaba necesitada de apapachos y, según ella, me traía entre ojos desde siempre, pero nomás no coincidíamos -o yo tenía novia, o ella tenía novio, etc.-.
Se armó de valor y me hizo varias propuestas indecorosas e irresistibles. Por mi parte, no tenía nada qué perder (¿o sí?). Estaba disponible, me latía (mucho), sonaba divertido, prometedor, aunque un poco lúgubre.
La propuesta y las negociaciones:
El deal estaba claro y era viable: nos traíamos ganas, pero teníamos que ser cuidadosos, evitar celos y decirnos todo (hard truth). Si todo avanzaba bien, chance y no pondríamos “más serios”, pero el objetivo a corto plazo era divertirnos.
Dijimos al unísono “¡jalo!” y empezó a la aventurilla. Sin embargo…
Set up y kick off listos. ¿Y la ejecución?
Al principio, todo era risas y carcajadas hasta que el dichoso enredo empezó a perder rumbo. Le llamé, le mandé mails, le dejé Post-Its, y ¡NIENTE! Un día, reapareció y tajantemente me dijo: “Decidí seguir con mi novio y, la verdad, esto que nos traemos tú y yo, no es lo mío. Gracias por participar”, (palabras más, palabras menos). Por supuesto, me sacó mucho de onda y la mandé a volar. ¡Qué chavorruco me leí!
Post mortem
Mi frustración estaba a tope. ¡Tanto esfuerzo y tiempo invertidos para nada! El drama no terminó ahí. A los pocos días me enteré que la señorita seguía con su novio, pero se estaba agarrando a oootro wey; un “errepé” de un antrucho cerca de la uni.
Me enojé tanto, que opté por borrarla de mi vida. Fin.
Escena post-créditos: Ya había Facebook y una amiga en común subió una foto de la chava con el novio de siempre en su boda. ¡Pobre wey! Jajajaja…
¡Al grano, tío Presno!
Aquí la lección: así como pasó con la escuincla de mi anécdota, también pasará con varios clientes. Es algo esperado por dos tipos de expectativas para este 2023: (**)
- Recuperar el terreno perdido durante los últimos años. Sí, se reactivaron cosas, pero seguimos saliendo del bache.
- Tratar de alcanzar aquellos números extraordinarios entre 2020 y 2022. El mercado cambió drásticamente durante la pandemia. Son escenarios completamente diferentes.
Con estas metas, por supuesto que van a dar tumbos y van cotizan a destajo con varias agencias. Desafortunadamente, rara vez se concretarán esos deals porque preferirán seguir con el proveedor de siempre. Lo malo para las agencias es el desgaste y la pérdida de tiempo.
¿Qué podemos hacer al respecto?
- No digamos que no desde el principio. Escuchemos. Seamos pacientes, midamos nuestros esfuerzos, y entendamos qué quiere realmente el cliente.
- Demos contexto de lo ocurrido entre 2020 y 2022 por si salen en la conversación aquellas expectativas guajiras. (**)
- Seamos sinceros si no somos la solución a su problema, demos las gracias y retirémonos dignamente. (Díganmelo a mí, que hago Social Listening y en 7 de cada 10 casos me piden campañas y manejo de redes, LOL!).
- Si el deal no avanzó, probablemente nos ahorraremos muchos dolores de cabeza con un cliente complicado.
- Nunca nos lo tomemos personal.
Repitamos estos pasos tantas veces como sea necesario para ganar experiencia y seguir prospectando efectivamente.
Quedan dos preguntas para cerrar:
¿Por qué guardar las cartas del “quever”?
Porque es importante recordar y no volver a equivocarse.
Tio Presno, ¿hubieras salido nuevamente con aquella chica si te hubiera vuelto a buscar?
¡Por qué no! Aprendimos la lección, y seguramente los acuerdos y los esfuerzos habrían sido diferentes. ¿O no?
¡Pam-pam-paaaaam!
Tip: lean de nuevo el chisme pero desde la perspectiva de una agencia.
¡Nos leemos pronto!