Es muy cierto que vivimos en una cultura que elogia el valor de la originalidad, de hecho, en el mundo de la publicidad es un factor clave a la hora de realizar una campaña, una pieza visual o una estrategia. Ser original tiene sus beneficios, fomenta la venta y despierta la reacción de las personas con respecto a su percepción de la marca.
La originalidad es la cualidad o habilidad para la creación de una idea o concepto que sea novedoso para el público al que va dirigido el mensaje. Esta cualidad hace que tu idea se distinga del resto, de copias o falsificaciones. La originalidad en el ámbito creativo se vincula a lo auténtico, es decir, hace referencia a algo que puede ser calificado de insólito, extravagante o sorprendente. Así que mientras más rápido permitas que la originalidad sea tu marca como publicista, más rápido lograrás conectar con tu público objetivo, a un nivel tan profundo como el emocional.
Por otro lado, la originalidad también está relacionada con la imaginación, pues para poder crear algo nuevo o no antes visto, necesitamos poner en marcha esta facultad. Ser original es un factor positivo para la publicidad ya que evita la monotonía de las campañas publicitarias, dotándolas de frescura, lo que motiva a los consumidores a familiarizarse y hasta encariñarse con ciertas marcas. En otras palabras, para llegar a ser originales o crear algo original, necesitamos echar a volar la imaginación y buscar las peculiaridades de la marca o producto en cuestión que resulten en algo único y significativo, siempre de la mano de la estrategia.
Una circunstancia que puede sentar las condiciones para que explote la originalidad es ser el primero en entrar a un mercado sin competencia, lo que nos colocará en una posición de ventaja para desarrollar ideas ingeniosas. Así, ser el primero en un nuevo mercado o territorio es mejor que ser un imitador, porque es relativamente fácil mejorar la idea de alguien más que crear una idea propia desde cero. Si bien no es requisito ser el primero para ser original, sí debes considerar sobresalir del resto.
Llegar a realizar propuestas originales es un camino complejo, se pueden obtener muy buenos resultados, sin embargo, existen algunos riesgos si no se sigue una estrategia adecuada. Por ejemplo, puedes pensar que tus ideas son súper originales sin considerar que son difíciles de comprender para el público objetivo. Por otro lado, también existe la posibilidad de que las ideas originales que no obedecen a una estrategia se desvíen y no generen el impacto que se tenía contemplado desde un inicio.
Si quieres saber qué tan original eres puedes considerar la opinión del psicólogo Adam Grant, quien afirma que las personas que son originales no se conforman, al contrario, crean ideas novedosas, defienden sus ideas hasta el final e impulsan el cambio. El mismo Grant menciona que hay tres hábitos que desencadenan la originalidad y que puedes tomar en cuenta si es lo que andas buscando:
- No tener miedo a ser diferente y ser fiel a tus convicciones.
- Buscar nuevas opiniones y perspectivas, esto es el sello principal de la originalidad, el no rechazar ninguna idea porque todas las ideas son importantes, es decir, siempre tenemos que explorar si existe una mejor opción.
- No tener miedo al fracaso, es mejor explorar todas las posibilidades que no intentarlo.
Como puedes ver, es mejor fallar en la búsqueda de la originalidad, que ganar con una buena imitación. Entre los retos a los que se enfrenta una persona que quiera ser original están:
- Evitar la imitación.
- Romper las barreras.
- No tener miedo de intentar crear.
- Ser curioso.
- Entender al cliente.
- Ofrecer resultados.
En definitiva, ser original significa ser creativo, ser creativo puede llevarte a una innovación. Por todas estas razones, vale la pena ser original, ya que la autenticidad abre puertas y la imitación las cierra. ¡Se original, no imitador!
Por: Beatriz Arenas Espinosa – estudiante del 8° semestre en la Licenciatura en Diseño y Producción Publicitaria de UPAEP – Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.