Es un hecho que todas las empresas han padecido de alguna forma los embates de esta pandemia y también es un hecho, que se están enfrentando a desafíos nunca antes vistos, cuando menos en nuestra generación, y ahora, queramos o no, tenemos que navegar en aguas turbulentas y desconocidas a medida que continúan los impactos de la pandemia del COVID-19. México es un país, donde las PyMES son el mayor soporte de la economía y el empleo -nuestra agencia es parte de esa categoría de empresa- y han tenido que aprender a marchas forzadas a transitar el viaje de la transformación. Por necesidad, más que por estrategia, los propietarios de las PyMES han priorizado sin otras alternativas el ahora, apoyando, cuando los recursos alcanzan, a la gente, clientes y proveedores, alineando los negocios con la demanda en evolución e incursionando en nuevos esquemas de negocio.
Sin embargo, el daño económico está hecho. Se debe pensar en el próximo paso que hay que dar y ese es el de la transformación digital. Y al hablar de próximo, no quiero decir mañana o pasado mañana, es ahora… hoy.
La transformación digital de las empresas
Sobre todo de las PyMES nos ayudarán a enfrentar un próximo período de recuperación económica impredecible y posiblemente afectada por nuevas amenazas -en China, siempre China, ya informan la presencia en un hospital de la peste bubónica, una de las infecciones bacterianas más mortales en la historia de la humanidad-, mercados recesivos, nuevas condiciones competitivas -el internet ha propiciado el cambio en los hábitos y actitudes de compra en esta pandemia- y, sobre todo, muy posiblemente una década en la que nunca volamos a disfrutar de una “vida normal”. Esta nueva era estará definida por la data y la tecnología que nos acercará en tiempo real y con apoyo de la realidad virtual a muchas actividades -entre ellas la medicina, tan necesaria hoy día- que antes nos eran desconocida o no teníamos soluciones prácticas. La mercadotecnia no será la excepción, vislumbramos grandes cambios en las normas culturales, los valores sociales y comportamientos en el consumo, además de una mayor demanda de prácticas comerciales más comprometidas con los clientes y un renovado propósito de las marcas por acercarse y “hablar” aún más, casi en forma individual, con sus consumidores.
En México aún no hay ningún semáforo en verde en ningún aparte del territorio. Casi todo es rojo o naranja. En este contexto, los empresarios enfrentan la urgencia y la complejidad de reabrir sus negocios. Para superar la incertidumbre y cumplir con las normas de sanidad y distancia establecida por las autoridades, la reapertura también requiere programas y acciones que lleven a la transformación. Bien es cierto que esto presenta una oportunidad, pero más que nada es una necesidad, para que muchas compañías -aún los gigantes de los negocios- desarrollen las estructuras y esquemas en las que debieron haber invertido antes: ser más digitales apoyados en la data y la nube, tener estructuras de costos más flexibles y acordes a los vaivenes de la economía, tener operaciones más ágiles y e implementadas con la automatización para entrar más fuertes en el comercio electrónico, promover ante loa consumidores la seguridad de sus compras.
Los dueños de PyMES y los emprendedores deben replantearse una nueva realidad; el viaje a la transformación digital es impostergable, es vital para la supervivencia, mantener su economía y conservar sus posiciones en el mercado.