Hace algunos ayeres nos enseñaban en la escuela que el grupo objetivo debería estar definido por los datos demográficos de nuestra marca o producto. Era la práctica común en cualquier agencia de publicidad… y ¿por qué no? Sólo había unos cuantos canales de tele, estaciones de radio perfectamente definidas y periódicos y revistas de corte informativo muy general.
Un poco más adelante, se empezó a hablar de un perfil psicográfico que, en teoría, nos hablaba de la forma de ser de esa audiencia. Palabras, frases y expresiones como “es una persona”, “viviendo en zonas urbanas“, “dinámico”, “moderno” y “práctico” abundaban en cualquier documento estratégico, casi como cliché gastado de toda propuesta.
Con el tiempo se han ido sofisticando tanto consumidores como productos. Pero hay empresas e individuos quesque profesionales de la comunicación que siguen atorados en el siglo 20.
La definición actual de grupo objetivo no incluye demográficos. Se trata de establecer en primera persona del singular el estilo de vida del target más allá, mucho más allá, del género, rango de edad o nivel socio económico.
Se debe identificar quién es esa persona en cuanto a su exposición a los medios, su actitud hacia la categoría con la que estamos trabajando, y de qué forma se involucra emocionalmente con nuestro producto o marca.
Es decir, por ejemplo…
Medios.
Considero que la televisión sigue siendo el principal y más importante medio de comunicación. Y le creo porque “lo dijeron en la tele”.
Categoría.
Indudablemente el desayuno sigue siendo la comida más importante del día. Y el cereal de caja no cubre las necesidades matutinas de mi familia.
Producto.
Mi familia consume solamente aquellos cereales que se preparan en casa, en combinación con otros elementos como lácteos, frutas, miel o especias.
Después de eso, será muy fácil delinear los demográficos de acuerdo a cada medio o a cada ejecución. Lo cual no sucede cuando se hace a la inversa, en donde solamente te quedas en los números.
Esto es…
Tomando el ejemplo del cereal, inmediatamente se identifican las características demográficas de la persona en cuestión, porque ya van implícitas. Al revés, no.
¿En qué momento cambió esto? Poco a poco, de forma paulatina, tan sutilmente que algunos todavía no se han dado cuenta que los datos duros de el INEGI no hablan de sentimientos… y el marketing de hoy, sí.
#PutAttention