Todo el tiempo estamos vendiendo o comprando algo, aunque no nos demos cuenta. Una venta es una transacción o intercambio entre un comprador y un vendedor, es el resultado de una negociación previa, -que puede durar: minutos, días, meses-, y seguramente si la relación entre las dos personas o partes es “buena” y suficientemente clara, el sólo hecho de que se lleve a cabo podría indicar que tuvo éxito, pero ¿es así?¿Éxito para quién? Para el comprador, para el vendedor o para ambos.
Me gustaría asegurar que siempre las dos partes quedan satisfechas, aunque siendo realistas sabemos que no necesariamente es así. ¿De qué depende? Hay un sin fín de respuestas alrededor de esta pregunta: poder de negociación, expectativas, entorno, mercado, oferta, demanda, etc. Independientemente de todo esto me parece primordial, el saber venderse.
No podemos conocer ni controlarlo todo, pero un buen inicio es ¡Venderse bien!
El punto de partida es un@ mism@ y si logramos hacerlo, lo único que nos resta, es cumplir con la promesa de venta, con lo cual es posible llegar a un punto en el que las dos partes estén conformes con la “transacción”. ¿Por qué? Porque de esa manera no somos un costo, somos una inversión y eso significa que valió o vale la pena. Esto me parece un concepto MUY interesante y además divertido. ¿Te das cuenta que es aplicable a todo?
Hace poco salí con un grupo de amigos(as) y fuimos a un lugar con excelente ambiente, buena comida y sobra decir que no fue barato. El organizador fue aquel amigo “socialité” que siempre encuentra el sitio de moda donde además saluda y conoce a mucha, si no es que a toda la gente.
Él fue muy claro y nos lo vendió muy bien desde el inicio. De hecho a él mismo lo “compramos” porque tiene el DON… Y ¿Qué puedo decir? El lugar fue costoso, pero no fue caro. El momento valió lo que costó. ¿No es maravilloso sentirse así? En lugar que salir pensando que fue un desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo. Y ejemplos hay muchos en el día a día: en el trabajo (¿crees que “te pagan” lo que vales?) en las relaciones en general (amistad, noviazgo, matrimonio) en cualquier intercambio de ideas, de cosas materiales, etc. ¿De quién depende? Antes que nadie, del “vendedor”.
Mucho hay detrás de una frase simple como “hay que venderse bien” o “véndete bien”.
Como yo lo veo, tiene que ver con ser capaces de obtener el reconocimiento o valor que merecemos o sentimos merecer (-y esta es otra historia-), pero al final queremos que nos compren lo que vendemos, porque es un proceso que realizamos continuamente en la vida: con nuestras ideas, estilo de vida, apariencia, nuestros pensamientos más comunes…. Y todo puede ocurrir en un segundo al compartirlo con los demás. A veces nos lo compran y otras veces no, pero independientemente de que seamos aceptados/”comprados” por tal o cual mercado, y hasta promovidos por otros, es importante que nosotros mismos sepamos y nos aseguremos de que el producto sea bueno y que lo conozcamos bien, de otra manera ¿Cómo venderlo?
En alguna anécdota familiar se contaba que un hombre con experiencia le aconsejaba a su hijo: “No te vendas, pero si te vendes hazlo bien”. Refiriéndose a que era mejor ser su propio dueño, pero de no hacerlo debía valorarse lo más alto posible. ¿Será que nuestra generación sigue pensando así? Otra frase que tal vez has escuchado por ahí es: “No te vendas” y esto tiene un sentido totalmente diferente. Se refiere a no dejarse corromper, a mantenernos firmes en nuestros valores, ideales y sueños. A no perderse así mismo. Mi recomendación es “A venderse bien”, pero ¡No te vendas!