La revolución tecnológica sobrepasó a los adultos mayores quienes se acostumbraron a ser dejados de lado ante el avance de la tecnología. Pero la pandemia trajo consigo cambios para todos, incluyéndolos a ellos también.
Muchos adultos acudían en su día a día a lugares de esparcimiento dedicados a ellos, otros cuantos asistían a clases a la universidad de los viejitos o a clubs deportivos donde, además de actividades deportivas, pudieran encontrar espacio para la lectura, aprender un idioma o conocer el origen de un lugar.
Al igual que los niños, los adultos mayores están (o deberían estar) encerrados en sus casas desde marzo que la epidemia comenzó en México. ¿Qué pasó con esas actividades a las que acudían de menos un par de veces a la semana? Pues hasta ellos se tuvieron que reinventar y comenzar a tomar clases a través de alguna aplicación.
Los niños y los jóvenes adultos, en mayor o menor medida, pudieron aprender rápidamente qué y cómo debían hacerle, pero ¿quién pensó en los adultos mayores? ¿Cómo puede una señora de 71 años que vive quizá sola saber de la noche a la mañana cómo utilizar zoom cuando a lo mucho lo que sabía de internet era enviar un mensaje de WhatsApp a sus nietos?
Según datos del INEGI, la institución encargada de las estadísticas de población en México, existen 1.7 millones de personas de 60 años o más que viven solas y de ellas solamente el 8% tiene acceso a internet.
Hay un gran número de adultos mayores que no se quieren quedar al margen y que desean actualizarse para mantenerse vigentes. Para muchas, esta pandemia trajo su primer acercamiento con una computadora o la contratación del servicio de internet.
¿Cómo pueden las marcas ayudar a este grupo? ¿Qué deberían hacer las empresas tecnológicas para cerrar la brecha de edad? ¿Cómo podemos los adultos alrededor apoyarlos de la mejor manera?