En diciembre de 1999, mi familia decidió catafixiar la sede de la celebración de Año Nuevo en nuestra hermosa ciudad, por la gran Cuautla. Si bien el destino no sonaba tan glamoroso, el bienintencionado viaje familiar tenía otro propósito: llevar a mis primos y a mí al “doctor que hace crecer a los niños”.
Recién llegando al no tan paradisiaco destino, nos lanzamos directo al consultorio del personaje en cuestión; un señor de avanzada edad, de considerable estatura y un acento español que ni el mismo Generalísimo Franco igualaba; un Quijote de la traumatología.
El dichoso “doc” nos revisó y nos sometió a una rigurosa dieta a base de sardinas y lentejas, misma que recomendó a manera de testimonio-caso de éxito porque la consumió durante la Guerra Civil Española; más unos ejercicios de estiramiento. Casi que teníamos que colgarnos de una barra con patines puestos.
Huelga decir que la estatura promedio de mi familia difícilmente rebasa el 1.70m y, en vista de la genética, alcanzar la altura del Dr. Caballero de la Triste Figura sería prácticamente un “Sueño Imposible”.
Al cabo de seis meses, todos los pacientes botamos el tratamiento, nos resignamos a nuestra limitada estatura, y el doctor perdió cuatro pacientes y su inmerecida recomendación.
Haciendo fast forward a 2024
Hablando de charlatanes y merolicos, Marilyn Cote es un caso de estudio amplio (considerando su perfil psiquiátrico). Sí, el fenómeno mediático nos regaló grandes memes, pero su historia es una gran lección, tanto para clientes, como para agencias/consultores de otras industrias. Afortunadamente, a esta mujer la agarró el Largo Brazo de la Ley. No obstante, aún rondan gurús que se las dan de “inventadas” diciendo “I am sales” o “I am leads”, y desafortunadamente las víctimas siguen y seguirán cayendo redondito.
Es la fecha en que sigo prospectando clientes que vienen de historias más tristes que las de Remi buscando a su mamá, que contrataron agencias o consultores digitales de la misma calaña que la supuesta abogada-psiquiatra, dejándolos sin varo, y sin resultados prometidos.
No es sorpresa que su hartazgo y su frustración los obligue a ponerme “Las Doce Pruebas de Asterix” sin la pócima mágica para contratar mis servicios. Desde mi trinchera, no es queja, es un reto bien recibido porque el horno no está para bollos. “Pero ¿qué necesidad?”…
La complejidad de este tema es un “two way street”:
Con tal de vender, nos provoca seducir al cliente/consumidor diciéndoles lo quieren escuchar, pero consideremos…
- La responsabilidad cae en el cliente al no analizar y cotejar más opciones.
- También, la responsabilidad recae en el proveedor/marca al no comportarse como un auténtico profesional, reconociendo sus alcances y limitaciones.
¡Urge parar este juego de la “papa caliente”!
Cae más rápido un hablador que un cojo
Lo nuestro, en WatsonData, es cuidar la reputación de las marcas y al ver estas historias, nomás me da morbo saber qué será de los charlatanes, pero principalmente me preocupa saber qué será de los clientes. Mientras, aprovecho esta, su columna favorita, para agradecerle a Marilyn Cote que nos facilitó la vida para detectar a un charlatán no solo en el ámbito de la salud, sino también en el del MKT.
Y estas, queridos lectores de mi cora, son mis siguientes recomendaciones para ambos bandos:
- Entender o definir bien el problema de negocio.
- Definir una verdadera meta. NO DIGAN VENTAS, ESA ES UNA CONSECUENCIA.
- Es bueno tener una presentación llamativa, pero es mejor plantear cómo resolver ese problema (credenciales, referencias, datos y medidas SMART).
- Aclarar si es necesario trabajar con un proveedor o tercerizar y explicar/entender por qué.
- Hay que quedar bien, pero con resultados, no con halagos ni parafernalia.
- Hay que comparar/dejarse comparar para encontrar la opción más adecuada a las necesidades del proyecto (y volver a los puntos 1-4 nuevamente).
Ambos bandos tenemos que ponernos las pilas, especialmente ahora que se termina el año y el presupuesto. Hay que vender y comprar de manera inteligente. Si no, hasta nuestra reputación podría peligrar. Se los paso al costo.
Nos leemos pronto.