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Quizá la noticia más trascendente de las últimas semanas, relativa a redes sociales, sea la prohibición que Australia pretendía imponer. Una nueva legislación que impediría que las grandes empresas tecnológicas utilicen el contenido de los medios tradicionales si no pagan por éste.

Ese contenido, afirman, es fruto de un esfuerzo y es un producto con un valor. Usarlo de manera irrestricta es prácticamente robo.

Como respuesta a la amenaza, Facebook se fue con todo y desconectó el cable: dentro y fuera de Australia era imposible colocar una liga que llevara directamente a un sitio noticioso de ese país; no les importó llevarse entre las patas a algunos medios -pequeños- sin el poder ni la influencia de los grandes.

Una acción que no fue otra cosa más que un manotazo en el escritorio por parte de Facebook para decirle a los usuarios australianos: así se va a ver Facebook si se aprueba la legislación.

Justicia, claman algunos, para los medios tradicionales que se han visto sumergidos en una crisis ante el embate del Big-Tech, que no solo aplasta, sino que también utiliza lo que puede en propio beneficio.

Por supuesto que hay quienes están buscando una aproximación diferente, este es el caso del otro gigante, Google, que optó por negociar una forma de pagar el contenido de las pobres empresas de comunicación tradicional. Un punto intermedio que permita a todos obtener beneficios; donde el gigante tecnológico retribuya de manera justa a quienes lo generan.

¿El primero a la mesa de negociaciones? News Media, de Rupert Murdoch…

¡WTF!

¿No quedamos que las pobres empresas de noticias estaban a la baja y que no podían con el embate de los gigantes tecnológicos? ¡No podemos clasificar a News Media como una empresa “indefensa”!

Entonces nos encontramos en medio de una verdadera paradoja: ¿a quién va a beneficiar la nueva ley? ¿A los simples mortales o a las grandes corporaciones? ¿Es piso parejo? ¿O simplemente una forma nueva de “repartirse el pastel”?

Uno de los argumentos de Facebook es que la acción de compartir ligas de sitios noticiosos entre usuarios es una promoción gratuita, pero muy efectiva, de quienes se dedican a la información. Si yo le mando a mi tía una nota informativa que le pueda interesar, no hago más que promover dicho sitio e incrementar la afluencia de visitantes.

Sin embargo, no es tan sencillo como parecía en otros tiempos:

¿Han tratado últimamente de leer en línea el diario El Universal? Gran parte de su contenido ha sido transformado en “exclusivo para suscriptores”, una nueva estrategia que el periódico anunció hace apenas unas semanas. De esta forma construye su paywall y se pone a la par que muchos de los grandes medios informativos.

Restricciones y Cultura Publicitaria | Enrique R & Francisco G & Sharahí Z & Monserrat R & Hans H

Prácticamente todos los diarios respetables de Estados Unidos ya manejan un esquema de suscripción y, tras ellos, muchos portales de noticias que siempre habían estado disponibles de forma abierta están siguiendo el esquema.

Algunos casos, como el del New York Times, el cobro es prácticamente simbólico (unos 25centavos de dólar a la semana), pero por bajo que sea, ya es una forma de controlar y comercializar un contenido que ciertamente es de mucho interés.

Los medios tradicionales poco a poco están estableciendo su propio sistema de comercialización. Para acceder a su contenido, sin importar de donde provenga el usuario, hay que pasar por la caseta de cobro.

Regresando a nuestro tema, la acción de Facebook finalmente consiguió su cometido: doblegó al parlamento australiano; éste ya anunció que el proyecto de ley sería revisado por lo que la red social dio por terminado su embargo y poco a poco comenzará a restituir el servicio.

La amenaza funcionó; los parlamentarios pestañearon primero.

Visto en perspectiva, a final de cuentas, todo el asunto fue un acomodo entre los poderosos: un gobierno nacional, los gigantes del tech y los medios de comunicación tradicionales…

¿Qué es lo que conviene a los usuarios? ¿Cómo afecta esto a la gente?

Eso es lo peor del todo el asunto. Gane quien gane, lo que se está perdiendo es la esencia misma de Internet: una red mundial sin límite ni fronteras que permite el acceso a la información a todos. Algo que es un derecho básico de todos los seres humanos, según la resolución de la Organización de las Naciones Unidas, ahora se está transformado en una serie de pequeñas redes controladas por gobiernos locales o por corporaciones megamillonarias.

Mientras algunos países buscan limitar el acceso total y libre a sus ciudadanos, las grandes empresas se encuentran a la defensa de sus intereses y en plena campaña por incrementarlos. Internet se ha transformado en el botín de dos fuerzas que, de una forma que hasta parece épica, buscan la hegemonía y están a punto de chocar de forma brutal.

Lo que ocurrió en Australia podría ser tan solo un preámbulo a una lucha de poder que va a enfrentar a dos poderes muy grandes.

¿Adivinen quienes están justo a la mitad?

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