México es un país cuya lucha con el analfabetismo tiene décadas… y no puede decirse que se ha ganado la batalla.
Aún existen miles de ciudadanos que no saben leer ni escribir -aunque aún así muchos son muy duchos para realizar las cuentas básicas; o sea, aquellas necesarias para realizar una actividad comercial sencilla-.
Y a este rezago cultural en el siglo XXI vino a sumarse lo que se consideró el nuevo analfabetismo: el desconocimiento para manejar información a través de los medios socio-digitales.
- Las nuevas generaciones se mueven como peces en el agua empleando las apps y las redes sociales… aunque se comuniquen a través de códigos que, en el mejor de los casos, son una verdadera afrenta a los idiomas -al español y al inglés-.
No conocen las reglas básicas de ortografía, ni existe un sentido básico de la gramática. La expresión, generalmente, es propia solamente de un grupo social limitado y está restringida a apenas unas trescientas palabras, a consideración de muchos expertos .
- Y, por su parte, las viejas generaciones tienen un uso limitado de los nuevos medios y de sus códigos de comunicación.
Aún hay desde quien desdeña el uso las redes socio-digitales, hasta quien ostenta un lujoso dispositivo… del que no es capaz de aprovechar sus posibilidades en todo lo que valen.
Sin embargo, las facilidades que brinda la tecnología ha permitido el crecimiento y popularización de metalenguajes que, parecería, son tendencia para sustituir al idioma formal, durante las conversaciones técnicas, las propias de una colectividad urbana… y hasta las cotidianas.
Emojis, códigos de sonidos, fotografías, símbolos, animaciones, dibujos e interjecciones se intercambian en diálogos vertiginosos, multilenguajes, preocupados más en la forma que el fondo, aparentemente divertidos… pero, en la mayoría de los casos, altamente imprecisos.
Hoy, parece necesario subirse al tren de las nuevas tendencias de comunicación, cuya mejor característica es la inmediatez -poniendo los audios del Whatsapp a velocidad 2 X, por ejemplo-.
No hacerlo, te aparta del segmento social de innovadores (léase “jóvenes”) y segrega de inmediato hacia el de “analfabetas tecnológicos”.
Alexa y Siri, entre otras tecnologías de información, ya son parte de la familia y cualquier persona que se precie de estar bien comunicada debe brindarles trato preferencial.
Probar, sumarse y aprovechar las ventajas de los nuevos recursos y cambiantes tendencias de moda no está mal. Fueron desarrollados precisamente para incentivar la intercomunicación humana.
El problema es cuando nos alejamos de las bases, cuando olvidamos que los mandamientos de la comunicación humana dictan la claridad y la precisión como premisas para poder hacer común el mensaje entre el emisor y el receptor, sin importar el medio del que se haga uso.
De no ser así nos convertiremos en analfabetas… en doblemente analfabetas.
