Durante años, los líderes, empresarios, directores y gerentes se olvidaron de que el principal motor de su compañía no sólo trabaja, come, bebe y duerme, sino que se trata de una maquinaria compleja cuyas emociones constituyen, guste o no, un factor primordial en la productividad de sí mismos y quienes los rodean. En un contexto de globalización y rápidos cambios tecnológicos, la necesidad de un liderazgo emocionalmente inteligente es más crítica que nunca en la estructura de las organizaciones creativas modernas.
En un nuevo esquema de organización, en el que las personas son más distantes entre sí (física e interpersonalmente), con habilidades cada vez más diversas, pero dónde la norma es el trabajo colaborativo, liderar se ha convertido en un reto que requiere la habilidad de influir en grupos de personas con poco o nada en común, que se desarrollan en distintas disciplinas, e incluso se localizan en ubicaciones geográficas distantes entre sí, con la respectiva diversidad cultural que ello implica.
Unir a equipos tan dispares detrás de una visión común requiere que los líderes tengan las habilidades interpersonales para involucrar a su gente, no solo racional sino emocionalmente. Esto es especialmente cierto para los líderes creativos, cuya capacidad de aprovechar las energías emocionales de su equipo es esencial para el proceso creativo.
Distintos estudios demuestran que las personas creativas tienden a ser más sensibles, y como bien sabemos, las emociones son contagiosas, así que, las emociones dominantes en las cabezas de la institución son también aquellas que impulsan y definen la cultura organizacional. Entonces, un líder creativo que no cuenta con una inteligencia emocional desarrollada termina por tener un impacto sobre el negocio en general y más aún cuándo quienes le rodean, son creativos y sensibles per–sé
A pesar de lo anterior, es una práctica común de la industria promover a los profesionales creativos brillantes en puestos de alta jerarquía con poco apoyo para ayudarlos a desarrollar las habilidades que requiere el cargo. Desafortunadamente, la falta de inteligencia emocional en un líder creativo puede tener más consecuencias negativas para un negocio que una simple falta de habilidades comerciales prácticas. Incluso, hay quién sostiene que un elevado CE (Coeficiente Emocional) tiene un vínculo más directo y poderoso con el éxito de los líderes y el negocio que el CI (Coeficiente Intelectual mismo.
La buena noticia, es que, a diferencia del CI, el CE puede desarrollarse y aprenderse con tiempo y práctica, aquí algunos consejos para ello junto con la inteligencia emocional:
1. Identificar las emociones es el primer paso para controlarlas, así que habrá de comenzarse con un dedicado proceso de autoevaluación y diagnóstico por parte de aquel que desee mejorarla.
2. Una vez identificadas, se debe trabajar en manejarlas; no podemos elegir lo que sentimos: el miedo, la ira y la tristeza son mecanismos de supervivencia que no se pueden evitar, sin embargo, está en nosotros controlas las acciones y reacciones que desencadenan.
3. Comprende el efecto de tus acciones y palabras. Precisa qué es lo que quieres que tus interlocutores piensen y sientan antes de verbalizarlo, tómate un momento para definir cómo vas a reaccionar, a pesar del impulso emocional del momento.
4. Trabaja en la empatía. La empatía ante otras personas requiere la predisposición a admitir las emociones, escuchar con atención y ser capaz también de comprender pensamientos y sentimientos que no se hayan expresado verbalmente y que pueden resultar ajenos a los propios.
5. Sábete dueño de tus emociones. Las emociones vienen de adentro, por lo que es tu elección cómo respondes en cualquier situación. Nadie puede enojarte o ponerte nervioso porque no controlan tus emociones, tú sí.
Ojalá existiera una solución fácil y rápida, espero que los anteriores consejos puedan ser de ayuda, pero lo más adecuado es, sí, trabajar desde adentro, pero también acudir con especialistas en el tema que puedan ayudar a desarrollar la inteligencia emocional para lograrlo, no sólo por el bien de un negocio sino el propio.