Amanecemos con la noticia de que las elecciones en Italia ha ganado una coalición de derecha liderada por una doñita de nombre Giorgia Meloni, a ella ya la habíamos visto en videos donde, muy molesta, acusa a “los otros” de empujar agendas, imponer criterios y de borrar a la familia para transformar al mundo en una enorme granja de patos.
De inmediato, miles de activistas de Facebook ―todos ellos ubicados fuera de la bota― comienzan a congratularse de que ha llegado el momento de la verdad y es desde aquí que la civilización occidental comenzará a recuperarse del terrible bache en el que la malvada izquierda la ha sometido.
Desde señoras muy serias que presumen de gran amor por la familia así como por las tradiciones, hasta señores trajeados que se dicen muy devotos y luchadores por los valores.
Piensan que a partir de ese día en Italia se va a prohibir que “las muchachas” se hagan tatuajes, que la misa de los domingos sea obligatoria, que a los LGBTT se les impida salir a la calle y mucho menos en esas fachas que acostumbran, que nadie hable mal de la iglesia o de los curas (del Papa Francisco sí, porque es un rojillo de lo peor), que se prohíba el aborto y el divorcio, que nadie se pueda pintar el pelo de un color estrambótico, que gitanos, musulmanes y demás gente de “color oscurito” sean arrojados al mar, que a la jerarquía religiosa se le pida perdón por eso de que no todos son pedófilos…
Ideales todos ellos muy cristianos pero, en fin, ¿quién es uno para criticar la verdad revelada?
Existe una idea generalizada es que el nuevo gobierno llegará a eliminar eso que no les gusta y que piensan que atenta contra sus ideales.
¿Qué ideales?
La emérita universidad de YouTube
Es el problema de las redes, que de repente mezcla gente de todos los colores del espectro y, la mayoría de estos, han alcanzado maestrías y doctorados en ciencias políticas por el simple hecho de acudir a videos de YouTube o conversaciones con conocidos en Facebook.
La bendita capacidad de mucha gente para creerse conocedor y sabedor de distintos temas gracias a un par de videos; “hacemos nuestra propia investigación” afirman muy ufanos.
Ya había hablado en este espacio sobre la gente que no tiene ningún empacho en tragarse cuanta información encuentra en Internet, si esta se adaptaba a sus propias creencias irracionales. Están convencidos de que la investigación en línea consiste en buscar todo aquello que cuadre con sus propias ideas y eliminar el resto.
Como si fuera el menú de un restaurante y sólo nos gustara un platillo de la gran cantidad que son exhibidos en la carta.
Algo muy similar ocurre con los negacionistas de la ciencia, pero esa ya es otra historia.
Es increíble ver como las creencias personales se van alineando como si fuera un canon religioso; tal vez tantos siglos de religión impuesta nos han programado para llenar nuestro cerebro de “verdades reveladas” las cuales son imperturbables, sólidas, escritas en piedra.
Chile para la izquierda
Pongamos un caso: el nuevo presidente de Chile.
Al momento en que estos adalides de la libertad se enteraron que el señor es de “izquierdas”, no dudaron en jalarse el bien peinado cabello y desgarrar sus muy púdicas vestiduras (hasta los límites del recato) para de inmediato colocar al señor Gabriel Boric al lado de Lenin, Stalin, el Che Guevara y el resto de esa aterradora casa de los sustos que ellos temen y odian a la vez.
Los acusan de comunistas, masones, sionistas y demás lindezas de las que piensan son una especie de club para malvados que, para lograr acceder, tienes que desayunar bebés, beber adenocromo y emprender actividades onanistas con los afiches de Carl Marx.
No se enteran que, en la política ―en ambos lados del espectro― hay tonalidades así como intensidades; que no es lo mismo Pol Pot que Olof Palme; Francisco Franco que Mark Rutte.
Otro de los grandes errores que cometen estos politólogos en ciernes, es el de silenciar a los que no comulgan con sus ideas, a los que opinan de forma diferente.
Predicar para el coro
Un gran ejemplo fue cuando en el programa de Ciro Gómez Leyva anunciaron que comenzaría a participar Epigmenio Ibarra, personaje sumamente afín al actual gobierno. De inmediato empezaron las críticas en redes sociales de personas que aseveraban que el comunicólogo “finalmente se había vendido” y que a partir de ese momento lo dejarían de escuchar.
Considero que es un gran error cerrarle los canales a la gente que opina diferente a como tú lo haces. Aunque sea en redes sociales, además de ser una forma de “conocer al enemigo” es una manera de entender al otro, De saber cuáles son las razones que argumenta, de conocer de qué manera piensa, aunque dudemos de su sinceridad.
Es sabido: en redes es imposible hacer que el contrario cambie de opinión, sin embargo, el simple hecho de escuchar nos puede abrir a nosotros todo un panorama y puede ayudar a que el otro también nos escuche.
Nos quejamos mucho de lo altamente polarizadas que se encuentran las redes, pero si nos animamos a meterle un cachito de tolerancia, podríamos descubrir nuevos horizontes.
Por cierto, regresando al tema original de Italia. ¿Sabías que el promedio de duración de un gobierno en ese país es de 13 meses? Su sistema político, que ha sido diseñado para evitar dictadores (la experiencia con il Duce los dejó muy curtiditos), tiende a paralizarse y a entrar en crisis casi tiro por viaje, por lo que a esta doñita no la veremos mucho tiempo al frente así que, váyanse buscando a otra Mussolini en potencia.
Por cierto…
¿Ya vieron como mis predicciones sobre el ciclo mundialista de la selección se va confirmando poco a poco?