No hay que ser particularmente feministas, revolucionarios, izquierdistas u optimistas, para entender que las mujeres en México estamos por fin, dando un paso contundente al frente. Y no porque no lo quisiéramos antes, sino porque hoy, estamos reinterpretando nuestra femineidad como un todo que incluye a la sociedad en su conjunto, y no solo a las mujeres como un grupo desagregado. Esa es la magia. Lo vemos en lo profesional, en la política, en el aula, en la academia, en la ciencia, en el deporte… por supuesto que no estamos ni cerca de donde deberíamos, pues aún hay mucho dolor de las mujeres en diferentes circunstancias solo por el hecho de ser mujeres; sin embargo, lo que se aprecia con nitidez es que por fin, la presencia femenina se respeta, no solo en casos aislados, sino cada vez en más esferas.
En este contexto, nosotros, como comunicadores, tenemos la caja de pandora en nuestras manos, pues es nuestro momento para generar narrativas que no privilegien, sino que entreguen su justo valor al rol de las mujeres. No como cuota, no como política, no como dádiva, no como un regalo: comunicar sobre lo femenino con objetividad, con ojo crítico y con valor, es necesario para que las mujeres continuemos avanzando.
Es cierto que aún hay muchas narrativas ocultas y otras más expuestas, que evidencian desigualdades, que hieren a las mujeres y debilitan los esfuerzos de otros por generar una sociedad más moderna, libre y equitativa. ¿Cómo callar esos discursos ofensivos y anacrónicos? Con el látigo del desinterés. Nada duele más a las voces, que no ser escuchadas. En cambio, hacer eco de aquello que construye, que da vida, que reivindica, nos puede conducir a mejores terrenos.
Al ser responsables de contar historias que ganen el interés del público, tenemos la gran responsabilidad de tejer puentes para que lo femenino deje de verse rosa, débil, hueco, secundario, y se sienta de todos: fuerte, grande, estructurado, capaz, actual… de manera que se mire en los espejos de cada uno como propio. Construyamos mensajes femeninos que resuenen en la colectividad, para que juntos edifiquemos una mejor sociedad.
Las mujeres no queremos caminar solas, queremos hacerlo de la mano con la sociedad en su conjunto, usando discursos renovados y letras con formas originales que nos permitan ser, eso que no hemos logrado antes: una colectividad de respeto y progresión en paz.