Empresas, gobiernos e individuos alrededor de todo el mundo hablan cada vez con mayor frecuencia de sustentabilidad. Con esto podemos establecer que existe una creciente preocupación e interés en la preservación del medio ambiente; incluso hace poco leí una columna de un colega que decía que “la sustentabilidad está de moda”. Puedo estar de acuerdo y si se ha vuelto una tendencia globalizada es más bien por la eminente necesidad de tomar cartas en el asunto. Así que hoy me doy a la tarea de platicarles sobre marketing sustentable y lo que podemos hacer desde nuestro campo de acción.
Aunque la RAE aún no admite el término “sustentable”; éste se ha arraigado sobre todo en la comunidad hispanoamericana como sinónimo de sostenible. Cuya definición reza; “Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”.
Entonces… cuándo nos referimos a Marketing sustentable, estamos hablando de productos y servicios que cumplen con un proceso que es co-existible con el medio ambiente y su entorno desde su producción y distribución, hasta su deshecho por parte del consumidor. Ojo aquí. Un producto “ecológico”, biodegradable cuya producción se lleva a cabo en una planta con altos niveles contaminantes, no cumple con el objetivo, cómo lo dije, se trata de que todo el proceso sea lo menos agresivo posible.
No es una tarea sencilla y por ello los costos de dichos productos suelen ser considerablemente más elevados que los de sus equivalentes tradicionales, sin embargo, tan sólo en México, existen estudios sobre la importancia de la sustentabilidad en la mente del consumidor que revelan que más del 60% de los consumidores estarían dispuestos a abandonar el consumo de una marca que no enfoca esfuerzos a alguna causa social, así como segmentos de consumidores dispuestos a pagar un precio más alto por bienes cuyo compromiso con el ambiente sea comprobable. Tenemos mucho más que perder si lo pasamos por alto, ¿cierto?
Nuestra labor en el tema no se limita a la promoción, difusión o comercialización de productos o empaques verdes; también, supone un esfuerzo por modificar la cadena de producción y ciclo del producto para que el proceso completo sea ecológicamente responsable.
Podríamos englobar nuestras áreas de incumbencia en los siguientes puntos:
- Definir de dónde provienen los recursos para su fabricación y de qué manera se están obteniendo.
- ¿Qué y cómo se está produciendo? Los diferenciales en el proceso que hacen que el daño al medio ambiente sea el menor posible.
- Contempla packaging sustentable, de nada sirve un producto eco-friendly envuelto en un plástico que tarda 800 años en degradarse.
- Procurar procesos de distribución optimizados y en medios de transporte cuyas emisiones sean controladas.
- Determinar o modificar la manera en que el producto es desechado para que pueda ser reutilizado, reciclado o en todo caso degradado.
Una vez culminado el proceso, resulta obligado… ¡Difundirlo!
Gritar a los 4 vientos por qué la marca, producto o servicio es sustentable, comprometido con el medio ambiente y cómo, al consumirlo, el target se vuelve cómplice del cuidado del planeta y artífice de un futuro mucho más esperanzador.
¿Cómo ven? ¿Les hace sentido? Espero sus comentarios en @FerFamania