No sé qué piensen ustedes, pero para mi Twitter es un inmenso escaparate de la idiosincrasia y el estado mental de una buena parte de la sociedad. Estoy seguro de que en el futuro los sociólogos y demás estudiosos del alma humana nos agradecerán en gran manera que hayamos plasmado, a través de la red social, la forma en que pensamos, actuamos y reaccionamos ante los distintos estímulos.
Soy fanático un tanto intermitente del futbol y, al igual que pasa en muchas otras cosas, la utilización de mi teléfono durante eventos de cierta importancia para conocer el estado mental de la gente, se ha transformado cada vez más en una auténtica necesidad que se ve incrementada de manera inversamente proporcional a lo interesante o aburrido que sea éste.
En pocas palabras, si el partido está malo o ha llegado a un bache, es buen momento para distraerse y dar un paseo por los virtuales pasillos.
Gracias a eso, y a la enorme autoridad que detento en la mayoría de las ciencias, artes y técnicas humanas por el simple hecho de ser usuario de tuiter (si no me creen, lean los términos y condiciones de la red social, ahí dice), he definido una lista para clasificar a los fanáticos del futbol que se ha manifestado durante la copa de Catar.
Hela aquí:
Fanático experto
Siempre me he preguntado porque este tipo de personajes están en un cubículo de una oficina en la Cuauhtémoc viendo el partido a través de su celular y no en una cancha de Catar. Saben todo y, además, se saben mejores que técnicos, jugadores y comentaristas que cobran por estar ahí. Hacen largas peroratas sobre las razones por las que un equipo ganó o fracasó; sus estrategias son siempre infalibles y sus cambios correctos que se realizan justo en el momento requerido. Lo tienen todo, menos un equipo.
Fanático activista
Traslada sus gozos y frustraciones políticas al deporte sin diferenciarlos. Por alguna extraña razón piensa que la justicia social es necesariamente parte de un evento que es mitad negocio y mitad espectáculo. Por esto mismo tienen la seguridad de que terminará dándose cuando el partido final se realice entre dos equipos que no sean europeos (ni Estados Unidos): se olvidan que los mejores jugadores de cada país viven en Europa. Son de los que hubieran echado porras por Cuba, Venezuela o Corea del Norte, si hubieran calificado.
Mención honorífica a los que se enojan porque alguien se atreve a decir que Marruecos es un país africano.
Fanático nacionalista a ultranza
Aquel que piensa que irle a la selección mexicana es una de las obligaciones que nos marca la constitución (ya escribí sobre la sagrada playera aquí). Que cualquier persona que no manifieste su amor incondicional y se atreva a dudar del desempeño de la selección debería de ser fusilado de manera sumaria en el Cerro de las Campanas. Es el tipo de persona que, cuando finalmente se estrellan contra la realidad, le echan la culpa a todo mundo menos a los verdaderos causantes de la desgracia.
Fanático de cristal
Aquel que se ofende porque un jugador recrimina a otro o porque un equipo se burla del contrario a la hora de ganar una tanda de penaltis. No le ha quedado claro que este deporte se juega en el barrio y quienes de ahí emergen no son precisamente criaturas a las que la lactosa les cae pesada. Les falta ver más box.
Fanático odiador
El odio es su carta de presentación. Lleva sus más atávicos rencores sociales, políticos o históricos a flor de piel y no duda en sacarlos a la menor provocación cuando se siente (una vez más) ofendido: odia a la selección de Estados Unidos, porque nos quitaron Texas; a la de España, porque nos conquistaron; a la de Argentina, porque los fanáticos de ese país nos dijeron “trepa-muros” y además están invadiendo la Condesa.
Fanático americanista
No me refiero a ese amado-odiado equipo de Coapa, más bien a esos que se sienten émulos de la doctrina Monroe; podrían considerarse una variante del fanático odiador, pero con tintes más regionales. Si pierde México, le va a Brasil, si pierde Brasil, pues le va a Argentina. Si pierde Argentina… pues ya se fregó por que la caballada está muy flaca de este lado del charco.
Fanático purista
No importa lo que pase, como pase o que deje de pasar, se siente decepcionado y pone mala cara. Porque pasan siempre los mismos equipos, porque no pasan los consagrados; porque no se metieron goles debido a la táctica de defensa, porque se metieron muchos y todo fue por causa de malos planteamientos… El caso es que siempre termina sus pesimistas análisis afirmando que “el que pierde, es el futbol”.
Fanático racista
aquel que por su propia ignorancia supone que existen razas inferiores y que, debido a esto, hay gente que no merece siquiera portar una playera de futbol y más si esta pertenece a una selección europea como Francia o Inglaterra, cuadros famosos por integrar minorías. Siguen sumidos en la ignorancia y en la creencia de que es superior a alguien cuando ni siquiera los escogían para una cascarita.
Por supuesto que pueden existir muchas variantes y nuevas clasificaciones, ya depende de ti, lectora, lector, definir tus favoritas o las que más te llaman la atención.
Por lo pronto nada más me queda una pregunta: ¿no se parece mucho esta actitud a la que algunos toman frente a la vida y sus avatares?
Es curiosa la manera en que el futbol ―y muchas otras actividades que requieren de cierto grado de entrega― saca a la luz lo peor de nosotros.