Revista de Marketing y Negocios

La lealtad no paga

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Con cierta regularidad escucho y/o leo que los empresarios se quejan constantemente de la falta de lealtad y compromiso de los millennials.

Es totalmente cierto que la generación Y viene muy revolucionada. Y a los que nacimos antes de 1980 nos cuesta un poco de trabajo entender su forma de ver la vida, de trabajar y su visión de futuro.

Es claro que es la generación que abrió los ojos hacia sí mismos. Y, sobre todo, hacia lo dañino que son las prácticas modernas para la vida misma. Se dieron cuenta que de nuestros enemigos somos el peor y decidieron poner un alto.

No digo que estoy de acuerdo con todo lo que hacen. Por supuesto que lo entiendo y, sobre todas las cosas, admiro su valor (¿atrevimiento?).

En la búsqueda de su individualismo, han valientemente dado la espalda al corporativismo. Quizá un poco por egoísmo y otro poco por perseguir su propio desarrollo, sus propios sueños.

Esto ha servido de pretexto a algunas empresas. No se comprometen con sus empleados porque perciben que éstos ya no ameritan inversión ni dedicación “porque al fin que se van a ir”.

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Mientras un empleado (o un outsourcing) no se sienta parte de una empresa, por supuesto que no va a dar su mejor desempeño.

Bien lo decía Richard Branson, el fundador de Virgin, “la clave de atención a clientes es tener empleados contentos”.

Igual que se le dedican infinidad de recursos al conocimiento del consumidor, las empresas podrían invertir en identificar a su personal ideal, en una situación ideal de ganar-ganar.

Es muy triste ver cómo hay personas que se han muerto en la raya por alguna marca, empresa o institución. Con una camiseta tatuada hasta las entrañas. Y que aporta conocimiento, capacidad y experiencia, sin que haya siquiera un ápice de reconocimiento por su leaItad #MuyTriste

Lealtad

La lealtad no paga

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Liliana Bretón

Publicista e investigadora

Publicista e investigadora; maestra y estudiante; amante del cine, los libros y el buen sentido del humor; no cambio por nada una tarde de vino con una buena plática. Beatlefan y chocohólica. Socialmente analfabeta. Vivo en Cholula.

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