Un negocio basado en la oferta de servicios difiere notablemente de aquellos basados en productos. No solo en la forma en que opera sino en la forma en la que aborda a los clientes, la comunicación que tiene con ellos.
En el caso particular de agencias BTL, no sólo vendemos algo que no se puede ver en los anaqueles, sino que vendemos algo que nuestro cliente no verá realizado hasta el momento de su ejecución. Vendemos ese sueño del evento perfecto, de la activación exitosa, vendemos, amigos míos, promesas.
Soy muy incisivo cuando hablo del nacimiento de una agencia por día. No es la competencia a lo que le temo, temo a lo desvirtuada que se ha vuelto nuestra industria gracias a esos improvisados que venden promesas que no saben cómo cumplir. Temo a aquellos clientes que tienen miedo a las propuestas disruptivas por una experiencia que fracasó por no llevarla a cabo con el aliado correcto. Temo a la falta de profesionalismo de algunos colegas incluso de clientes que se roban las ideas, conceptos, etc. Ahora que lo escribo me doy cuenta de que más que temor es coraje.
Los propietarios de negocios cuyo scope está basado en servicios, crean su marca al involucrar a los prospectos y clientes en el proceso, al mantener sus promesas en firme, al garantizar la satisfacción de aquellos que confiaron en esa promesa. Como agencia, somos consultores, estrategas, ejecutores, expertos y más; nuestras promesas se llaman render, master graphic, racional creativo… No vendemos, somos aliados, asociados, consejeros de las marcas que nos favorecen con su confianza.
Los clientes valoran el tiempo, la precisión, la preparación, el seguimiento, el servicio al cliente, la innovación; eso es lo que debemos vender.
Recuerda que las promesas no se rompe
Sea cual sea la magnitud del proyecto, recuerda la próxima vez que presentes una propuesta, que, si el cliente te da el “go”, está confiando su presupuesto a tu palabra, tu creatividad, tu profesionalismo, que al final, lo que acabas de vender es eso: una promesa.
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